Queremos insistir en algo que consideramos de gran importancia. Existe hoy día en no pocas localidades un afán por definir y detallar las formas concretas del traje local. Pero creemos probado que nunca podremos declarar como exclusivo de una población un determinado modelo. Esta actitud sólo puede llevarnos a falsear —y uniformar— una de las características del vestido de los hombres y mujeres: su matiz individualizador con respecto al grupo. Como en cualquier parte, los jóvenes o los viejos, ricos o pobres, decididos o indecisos, cada persona manifestaba en su forma de vestir más evidentemente que en nuestros días su propia personalidad y sus circunstancias.
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